Narra Harry
Ya estaba atardeciendo cuando llegamos a la playa. Aparqué el coche frente a la casa y miré a Babi, que se había quedado dormida durante el trayecto.
—Cielo. —La moví un poco. Soltó un gruñido pero no abrió los ojos. —Babi, hemos llegado.
—Estoy cansada...
—Podrás descansar ahora, vamos, despierta. —Me bajé del coche, cogí las maletas y las llevé hasta la puerta de la casa. Babi aún seguía en el coche. —Venga ya vaga, sal.
—¿Me llevas?
Me reí un poco y me acerqué al coche. Abrí la puerta y la cogí en brazos, como si se tratara de un niño de 4 años.
—Te estoy mal acostumbrando. Busca en el bolsillo de atrás de los vaqueros un manojo de llaves.
Ella asintió. Antes de coger las llaves me dió un pellizco que me hizo dar un bote.
—Serás pervertida.
—¿Que pasa? ¿Que cuando lo haces tu es una monada y cuando lo hago yo soy una pervertida? Eres un machista.
—No te confundas, me gusta que lo hagas, pero aún así, eso no quita que seas una pervertida. —Dije y abrí la puerta.
—Pues gracias. ¿Me bajas?
—En cuanto lleguemos a la cama. Y no te lo tomes por el lado malo, es que simplemente no pienso dejar que muevas un dedo mientras estés embarazada. Quiero que ese bebé nazca.
—¿Y el gimnasio?
—Pediré baja por maternidad. —La dejé sobre la cama y me recoste junto a ella.
—Aw, ¿estás embarazado?
—Estamos embarazados. —Dije y la besé.
Tomé sus pequeñas manos entre las mías y besé uno por uno sus nudillos. Ella se quedó pensativa, mirando mi mano izquierda.
—¿En que piensas? —Pregunté.
—En tu mano. —Pasó los dedos con suavidad por encima de la venda.
—Olvida eso.
—No puedo. Por más que lo intento no puedo olvidar que estuve a unos segundos de haberte perdido para siempre.
—Nena, escuchame, no llegó a pasar nada. Estoy aquí y tu estás conmigo. Nada va a ir mal.
—Nada va a ir mal... Eso es lo que le dice el chico a la chica de la peli de miedo antes de que aparezca un fantasma y los mate.
—Pero ellos no suelen estar en una preciosa playa abandonada. Ni junto a la chica más hermosa del mundo.
—¿Eso que tiene que ver? —Dijo sonriendo.
—Nada, no es más que una excusa para llamarte hermosa. —Besé su cuello.
—Te amo, pero tengo sueño. —Dijo riendo.
—Pues a dormir. —Pasé el brazo por encima de su cintura y la pegué completamente a mi.
*2 años después*
Narra Amber
–Zayn, mi amor. —Dije con cara angelical.
—Haber, ¿que me vas a pedir?
—¿Como que que te voy a pedir? ¿No puedo llamarte mi amor? —Me hice la ofendida.
—Ya nos conocemos.
—Pues... Siéntate mejor.
—¿Qué pasa?
—Nada... Sólo que vengo del médico y... Me ha confirmado que.... Vas a ser padre de nuevo... —Dije y se quedó callado. —¿Yupi? ¿Bien? ¿Fantástico? ¿Perfecto? ¿Algo? ¡Habla!
—Yo... Es que... ¿Cuántos meses tienes?
—Uno y medio. La fiesta de Emily y Aria. —Le recordé.
—Cierto...— Sonrió satisfecho. —Asumiremos las consecuencias, supongo que después de dos años casados es normal, ¿no? —Preguntó divertido. Yo asenti. —Sólo te pido una cosa... Quiero ver nacer a este bebé. —Me acarició la panza.
—Lo harás. —Sonreí.
—Eso espero. —Me besó la mejilla. — supongo que habrá que darle la noticia a Eiza.
—¿Que pasa? —Preguntó la niña desde la puerta del salón. Tenía las manos puestas en la cintura, como si tuviera 20 años en vez de 3. Su pelo negro le llegaba casi hasta el trasero y sus grandes ojos azules nos miraban expectantes. Era preciosa.
—Eiza, cariño. Te he dicho que no bajes las escaleras sola. Te puedes hacer daño. —Dije.
—Que rollo. —Hizo un mohin.
—Ven aquí, anda. —Le dijo Zayn. Inmediatamente la niña corrió junto a él, que la cargó en sus piernas.
—La consientes demasiado. —Dije.
—Es mi niña, no puedo evitarlo. No te pongas celosa nena. —Dijo al tiempo que le hacía cosquillas.
—Tu eres tonto. —Dije riendome.
Narra Sophia
—Liam, te toca. —Le dí un codazo.
—Enserio, no es normal que lloren tanto. —Se levantó de la cama y caminó tal que un zombie hasta la puerta. Estaba completamente agotado.
—Espera. —Dije.
—¿Que pasa?
—Que mañana tienes trabajo. Ya voy yo. —Me levanté.
—Te ayudo.
Cruzamos juntos el pasillo hasta la habitación de las niñas, ambos con sueño para tres dias.
—Coge tu a Aria, yo cojo a Emily. —Dije.
—Esto de que vengan de dos en dos... —Dijo con la niña en brazos.
—No sé que te ven, pero en cuanto las cojes y las meces un poco se quedan dormidas. —Dije enfurruñada. Con Liam se duermen en cinco minutos, conmigo en una hora.
—Yo era quién les transmitía tranquilidad durante tu embarazo, es normal.
—Si, pero yo fuí quién las parí. —Dije meciendo a Emily.
—No nos vamos a pelear por las niñas, ¿o si?
—No.
—Bien... Aria ya está. —La dejó en la cuna. —Pasame a Emily.
—Déjame a mi, o se acostumbraran a que las duermas tú y cuándo no estés no se que haré.
—Bueno... Déjame que te eche un cable al menos.
Se acercó a mi y me abrazó por la espalda. Comenzó a susurrar una de las tantas canciones que ha compuesto hasta que la niña se quedó dormida, y yo, totalmente rendida a sus pies.
—¿Como se llama? —Pregunté.
—Truly, Madly, Deeply. —Me besó dulcemente. —¿A la cama?
—Vamos. —Abrí los brazos y me dejé llevar por el.
(...)
No hay comentarios:
Publicar un comentario